Brasil quiere el libre comercio automotor ya con Argentina ¿Podrá?


 

Por Horacio Alonso 


Una de los temas automotrices del día pasa por los rumores que señalan que Brasil quiere “voltear” el régimen automotor que tiene con la Argentina desde hace décadas. Así lo publicó el sitio LaPolíticaOnline el viernes pasado.

Lo primero que hay que decir es que el tema no es nuevo y no está relacionado con el cruce de acusaciones que vienen manteniendo Javier Milei y “Lula” Da Silva.

El año pasado, cuando Sergio Massa era ministro y Alberto Fernández hacía de presidente, desde el país vecino se volvió a pedir cambios en el régimen automotor bilateral.

La historia de este reclamo es tan larga como aburrida. Para tener una idea, este acuerdo data de los inicios de los 90, de la gestión de Domingo Cavallo en el gobierno menemista, y para ese entonces se proyectaba que, a partir del año 2000, rigiera el libre comercio automotor.

Esa apertura total iba a dejar de lado el comercio administrado que se dispuso entonces.

Nada de eso pasó. El libre comercio se vino postergando, año tras año y, paralelamente, prorrogando el acuerdo de intercambio limitado de autos, lo que se conoce como Flex. Un  mecanismo que por cada dólar que exportaba el sector podía ingresar una determinada cantidad de dólares sin pagar arancel. Era una forma de evitar la invasión de autos de Brasil y una garantía para las fábricas argentinas de que el país vecino tenía que comprar determinada cantidad de vehículos.

En 2019 se hizo el último acuerdo y se fijó un cronograma para ir flexibilizando esa relación hasta llegar al 2029 con un ida y vuelta tan amplio que, en la práctica, significará un libre comercio de hecho.

Lo que viene pidiendo Brasil desde el año pasado es que se adelante ese cronograma.

En el sector argentino dicen –como vino sucediendo hasta ahora – que no hay mucho margen para aceptar el pedido de Brasil de forma completa. Sólo puede haber alguna flexibilización más.

Y eso es así porque tanto ahora, como en las últimas tres décadas, las que tienen la última palabra son las empresas y no los funcionarios.

Las automotrices multinacionales están radicadas industrialmente en los dos países y tienen que preservar las inversiones de cada lado. No les conviene levantar todo de un lado (obviamente, sería del lado argentino por una cuestión de magnitud de la radicación) y quedarse sólo en un país.

Sólo un dato técnico, para entender sobre lo que se está hablando.

Brasil quiere que el acuerdo automotor que está en el ACE 14 (bilateral y con sistema de Flex) pase al ACE 18 (que es general y de libre comercio). En el ACE 14, además de los autos, está el azúcar, por ejemplo. Mientras que en el ACE 18 hay muchísimos productos que se comercializan sin restricciones.

Lo novedoso de todo esto es que en Argentina, ahora, hay un presidente que se erige como el paladín del libre comercio y esta podría ser una causa tentadora para enarbolar. Pero están las empresas en el medio con su poder de lobby.

El otro dato – y este sí que es importante – es que en Brasil están llegando muchas inversiones industriales chinas para fabricar autos en ese país y, obviamente, una apertura le permitiría instalarse ahí y abastecer otros mercados sin problemas.

¿Qué puede pasar? Nunca se sabe, pero lo que muestra la historia es que, hasta ahora, no se rompió ningún acuerdo y se mantuvieron las paces de un lado y del otro. Además, para el 2029, cuando funcione un libre comercio de hecho por la amplitud que permitirá el Flex, no falta tanto.

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